LA COCTELERA DE LA CLEPXYDRA
Aquí seguimos nuestra serie de objetos que no acaban de encajar en el
marco histórico oficial. En este caso vamos a tratar el caso del martillo
Kingoodie, un OOPART sorprendente.
OOPART es el
acrónimo en inglés de out of place artifact, es decir, artefacto
fuera de lugar. Se trata de un término acuñado por el zoólogo Ivan T. Sanderson
que alude a objetos paleontológicos y arqueológicos que se hallaron en
circunstancias o lugares extraños o imposibles para la arqueología o
paleontología tradicionales.
El conocido martillo fue encontrado por Sir David Brewster en Escocia, incrustado
en un bloque de piedra del Cretáceo, en la era Mesozoica. De ser esta datación
correcta, significaría que dicho martillo tiene poco más que 400 millones de
años de antigüedad, millones de años antes de la supuesta aparición del
hombre.
Pero esto no es lo único sorprendente... otra cuestión tormenta a los investigadores del martillo Kingoodie, y es que en cientos de millones de años no se haya oxidado el metal que lo compone.
OO PARTS OBJETOS IMPOSIBLES FUERA DE TIEMPO Y LUGAR EL MARTILLO DE TEXAS Y OTROS
Pero esto no es lo único sorprendente... otra cuestión tormenta a los investigadores del martillo Kingoodie, y es que en cientos de millones de años no se haya oxidado el metal que lo compone.
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The London Hammer
El conocido como martillo de Texas o de
London se podría considerar como uno de los Ooparts más controvertidos que existen. Para sus
defensores, la edad de este martillo se podría datar en millones de años,
desafiando las creencias establecidas sobre la aparición en el planeta de las
primeras civilizaciones humanas. Para sus detractores, el martillo no tiene más
que un par de siglos de antigüedad y tan solo se trata de un engaño del
personaje que lo custodia, Carl
Baugh.
.
.
Conozcamos un poco mejor su historia:
En el año 1934 o 1936 (existen dudas
sobre la fecha) una pareja, El Sr. y la Sra. Max Hahn, encontraron
mientras hacían excursionismo, una roca de la que sobresalía un palo de
madera, en la ribera de un arroyo en las cercanías del pueblo de London
(Texas). Ya el origen del hallazgo se encuentra envuelto en algunas dudas. En
principio, no se sabe a ciencia cierta el lugar exacto del hallazgo y la roca
madre, de haberla, de donde habría sido extraída la roca que contenía el
martillo. La falta de marcas en la roca que envuelve al artefacto hace pensar a
los expertos que ésta fue encontrada suelta, sin pertenecer o formar parte a
una roca mayor ni estar estratificada. Con lo cual, a pesar de lo que afirman
Baugh y sus colaboradores, no existen evidencias de ningún tipo ni se puede
probar que la roca formase parte de ningún estrato, y por tanto, las
estimaciones de su antigüedad (Ordoviciano para Baugh. Silúrico para
Walter Lang y Bartz), no tienen base alguna en la que asentarse.
.
.
Continuando con el estudio del trozo
de roca que envuelve al martillo, se puede observar en ella la presencia de
pequeños fósiles animales, una concha en incluso lo que parece una especie de
proyectil. El estudio de estos restos fosilizados tampoco arrojan mucha luz
sobre la antigüedad del martillo. Los pequeños animales fosilizados son típicos
de la zona y engloban un rango de datación que va desde unas pocas décadas
hasta un periodo indeterminado de varios millones de años. Ya que la piedra
tiene una composición calcárea, o para entendernos mejor, químicamente soluble,
todo lo que ella contiene, fósiles y por supuesto el martillo, podría haber
quedado atrapado en ella de forma accidental en periodos relativamente cortos.
Este tipo de composiciones se han
encontrado en muchas ocasiones en otros lugares, generalmente asentamientos
mineros, donde la roca fue removida y mezclada con barro arcilloso, con el paso
del tiempo esa composición se vuelve a solidificar dando lugar a estratos que
contienen elementos nuevos con otros antiguos. En esa peculiar argamasa, como
también ha sucedido, se pueden encontrar objetos de todo tipo, restos usados en
la explotación minera o simplemente utensilios de la vida cotidiana de los
trabajadores.
.Por deducción, si se encontrara una
cuchara junto a pequeñas almejas fosilizadas de hace varios millones de años,
¿Se podría deducir que la cuchara tiene la misma antigüedad que las almejas?
Lógicamente no, conociendo la composición de la roca y su posible origen. A
modo de ejemplo se podrían comentar los innumerables proyectiles encontrados en
algunos páramos de Inglaterra, integrados en rocas calcáreas similares a las de
este martillo. Se podría hacer un estudio de esas rocas y buscar en ellas
restos biológicos milenarios para decir que antiguas civilizaciones hacían allí
prácticas de tiro, a no ser, claro está, porque se sabe a ciencia cierta que
esos proyectiles son de la Gran guerra y que incluso en muchos se puede leer su
origen y procedencia. Otro ejemplo, quizás más práctico es otro martillo que se
encontró en 2004 en Stromberg, dónde se comprobó que un martillo minero
abandonado por más de 200 años en terreno limolítico fue embebido por la roca.
Centrémonos ahora en el martillo en
sí, y veamos lo que se puede encontrar en la red sobre su descripción:
[--]El artefacto apareció incrustado
en el interior de una roca. La madera se encontraba petrificada y su cabeza de
hierro fundida con la piedra que lo alojaba. Ante la escalofriante idea de que
el martillo, para terminar en el interior de la roca, debía haberse construido
antes de que esta se formase (unos millones de años atrás), los científicos
decidieron olvidarla en el Museo Somerwell, de Texas. Posteriormente, análisis
realizados sobre el martillo demostraron que el interior del mango estaba
carbonizado y que la cabeza (perfectamente formada) había sido construida en
hierro con un grado de pureza, solo alcanzable con tecnología moderna.
El mango del martillo muestra no
haber estado exento en el proceso de “petrificación” que evidencian los árboles
de los bosques texanos. El lento proceso de petrificación prehistórica ocurrida
en dicha zona, según los geólogos, data de hace 140 millones de años. La
cabeza, según estudios del Instituto Metalúrgico de Columbia, está conformada
prácticamente en un 97 de hierro puro, un 2 por ciento de cloro y un 1 por
ciento de azufre. Asombrosamente también se comprobó que el hierro había
sufrido un proceso de purificación y endurecimiento, propios de una metalurgia
del siglo XX.
.La porción de piedra que rodeaba la
cabeza del martillo también presentó anomalías, pareciendo haberse fundido con
algún tipo de recubrimiento (vaina) del martillo. Como prueba física de está
supuesto envoltorio se encontró una muesca regular. El análisis químico de esta
“vaina” detectó también ciertas cantidades de potasio, silicio, cloro, calcio y
azufre. Esta composición contradice a las hipótesis que postulaban que la
cabeza del martillo pertenecía al fragmento de un meteorito, dado que los
cuerpos de nuestro sistema solar no tienen tal naturaleza química.
El hecho de que la cabeza se haya
encontrado fundida en la roca parece acusar que el proceso de incrustación se
llevó a cabo bajo condiciones atmosféricas distintas a la actual (diferente
presión atmosférica), probablemente según científicos, más concordantes a una
época remota. [--]
Veamos ahora estos datos un poco más
detalladamente:
Comenzando con el mango de madera, no
existen evidencias de petrificación alguna en él, tan solo se pueden observar
algunas pequeñas muestras de carbonización en el extremo. La madera empleada y
la forma del martillo coinciden con los típicos martillos usados en minería en
el siglo XIX en esa zona de Texas. La práctica ausencia de mineralización de la
madera podría indicar que ésta es relativamente moderna.
La información sobre la composición
de la cabeza es cierta. El martillo se estudió en los laboratorios Batelle en
Columbus, Ohio, donde se constató que la cabeza del martillo constaba de
96,6% de hierro, 2,6% de cloro, y 0,74% de azufre en peso. Baugh sugirió que
este perfil sería imposible de duplicar con la tecnología moderna en las
actuales condiciones atmosféricas (Helfinstine y Roth, 1994). No opinan así un
buen número de geólogos, que tan solo ven una pérdida o abandono de una
tecnología metalúrgica específica. Según Helfinstine y Roth (1994) se realizó
una “tomografía de rayos X” del martillo en 1992, que no mostró inclusiones o
irregularidades en la cabeza. Curiosamente, Baugh lo interpretó como
evidencia de “la metalurgia avanzada” de una cultura pre-diluviana, en lugar de
una prueba más de que es un martillo relativamente moderno.
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