Los
mitos folclóricos de Colombia
Un estudio sobre los Mitos folclóricos nos presenta un
conjunto de creencias brotadas del fondo emocional, las cuales se expresan en
un juego de imágenes y de símbolos y se manifiestan como una fuerza operante en
la sociedad.
El conocimiento de los mitos equivale en algunos pueblos a llegar
al secreto de origen de las cosas y a la adquisición de un poder mágico sobre
ellas, gracias al cual se logra dominarlas, multiplicarlas o reproducirlas a
voluntad.
El mito se presenta como una realidad viviente de la que se cree,
acaeció en los tiempos originarios, e influye continuamente en el mundo y el
destino de los hombres.
Los mitos boyacenses han sido transmitidos por tradición y aparecen en
nuestro presente como supervivencias del pasado. Algunos son chibchas, con
raíces milenarias muy profundas en pueblos asiáticos y oceánicos. Otros son
españoles, con profundas raigambres europeas, traídos a estas tierras en los
siglos del coloniaje.
Uno de los aspectos que relaciona los mitos boyacenses con los
colombianos y latinoamericanos, es el sentido general en la relación de los
dioses tutelares o personificaciones de las fuerzas naturales que
gobiernan la vida de los pueblos y los campos.
Todo objeto extraordinario en la
naturaleza es supuesto como poseedor de un núcleo o una esencia espiritual, la
cual desempeña un papel activo en la existencia de lo que rodea y comprende a
los hombres. Los dioses tutelares o mitos populares se pueden presentar como
enemigos temibles o grandes amigos de las gentes.
Los campesinos boyacenses respetan profundamente los lagos, las montañas
y las rocas; ninguno habla de nadar en dichos lagos, y ni siquiera de lavar
allí sus ropas. Consideran que los "espíritus" o los "encantos" están
vinculados a los fenómenos físicos, los ríos, las montañas y las lagunas;
inclusive cuando pasan cerca de ésta, hacen la señal de la cruz.
Algunos
campesinos boyacenses creen que los espíritus del agua no solo viajan bajo la
tierra, sino también toman fuerza humana y caminan de un lugar a otro; piensan
que los espíritus de la montaña son más feroces en las horas nocturnas y mucho
más los viernes de semana santa.
Según los campesinos mestizos de las cercanías de la laguna de Fúquene,
el dios tutelar Fú se opuso a la construcción del ferrocarril que el gobierno
hizo entre Zipaquirá y Chiquinquirá. Cuentan los campesinos que cuando la obra
llegó a bordear la laguna, los trabajadores tuvieron muchos problemas, pues de
un día para otro la obra aparecía destruída sistemáticamente.
Pero como la constancia
de los trabajadores era Infatigable, cuentan los campesinos, que un día con su
paciencia ya agotada, el mito del agua apareció ante los hombres en forma
humana y. les dijo: "Ustedes están invadiendo mi palacio", y en forma
amenazante desapareció: No sobra decir que los aterrados trabajadores
decidieron prudentemente trasladar el terraplén del ferrocarril a otro lugar. (43)
Cuando en abril de 1972 se desbordó la "Laguna Negra" o del Carrizal, en el río Arcabuco cerca de Tunja, y fué la causa de una gran inundación en toda la región, muchos campesinos boyacenses creyeron en la ira de los espíritus de la Laguna negra. Los campesinos creen que la laguna es un ser sobrenatural cuyas dormidas pasiones suelen estallar súbitamente con fuerza incontrastable: la laguna se lamenta, se encoleriza, se envenena y toma venganza agitando con violencia sus aguas y suscitando tremendas tempestades, o bien dejando salir de su seno monstruos o "espíritus" malignos.
Esta
supervivencia mítica tiene profundas raíces chibchas y está relacionada con el "Mito
de Bachué", madre del linaje humano, quien emergió de la laguna de
Iguaque, se casó con su hijo, pobló la tierra y volvió a la laguna. Por ello,
los chibchas fueron adoradores del agua, en un mito que se transmitió a los
campesinos boyacenses.
Otros mitos chibchas del Altiplano cundiboyacense son dignos de
mencionar: el mito sobre la creación del sol y la luna; los mitos de Nemqueteba
y Bochica; el mito del origen del Salto de Tequendama, el mito de Chiminigagua
o creador y otros.
En Boyacá encontramos gran diversidad en los mitos folclóricos, la
mayoría de los cuales son comunes en Colombia y en otras áreas de
Hispanoamérica. Entre ellos destacamos los siguientes: La Llorona,
es un mito de los pueblos y los campos boyacenses que se distingue por sus
macabros plañidos, y según los campesinos aparece como una mujer con largas
vestiduras y rostro de calavera, llevando en sus brazos un niño muerto.
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